martes, 20 de agosto de 2013

CASUALIDADES, capítulo III


En la residencia de la que me había estado hablando Kelly, tenían constancia de todas las personas que nacían con ese poder, sabían su nombre y edad, y las experiencias que habían tenido con su don.

A Kelly la habían enviado de la S.R para decirme la noticia. Al parecer, cuando un soñador (personas con este poder) cumple los quince, en ese mismo año envían a un mensajero para informarle de su poder.

Estaba emocionada, pero... No sabía lo que me esperaba.

 

 
-¿Cuándo debería entrar a la residencia Kelly?-le dije.

Se me quedó mirando, y se mordió el labio.

-¿Qué?-le dije abriendo los ojos.

-Tus maletas ya están hechas, fuera nos espera un taxi. Les he dejado una carta a tus padres.

Me quedé fría, fría como un muerto. Mis únicas palabras fueron un silencio.

Kelly me cogió de la mano. Se me llenaron de agua los ojos, y una lágrima cayó sobre mi piel petrificada.

Después de un rato de silencio y lágrimas, Kelly no tuvo más remedio.

-Es la hora.

Asentí. Ella se levantó, me cogió de nuevo la mano y salimos por la puerta.

Fuera nos esperaba el taxi. Kelly me abrió la puerta trasera del coche, pasé a continuación. Ella me miraba con cara de pena, y también se le mojaron los ojos.

-A el aeropuerto de Orly por favor.

Otra lágrima.

domingo, 18 de agosto de 2013

CASUALIDADES, capítulo II



Dejé de soñar con la preciosa mujer de ojos claros. Fingía haberlo olvidado, aunque todos los dias pensaba en ello. Tenía miedo, más bien; estaba horrorizada. ¿Qué se hace cuando te encuentras a una mujer con la que has soñado durante meses, y sabe tu nombre a pesar de que no la has visto nunca? Lo peor, es que se supone que yo me la he inventado... Pero supongo que ahora he de buscar otra explicación lógica, aunque esta, nunca haya existido...


Sonó el teléfono, Jade (a cuarenta centímetros de este) lo miró, y siguió con lo suyo: ver la televisión.

-Jade...-le dije.

Me miró, pasó de mí, y volvió a su pantalla.

Se le veía aburrida, tanto, que miraba la televisión para fingir que se divertía, aunque la única que se lo creyera fuera ella.

Después de la vaga de Jade, se oyó a mamá:

-¡Coged el teléfono!

Sin más remedio, fui a cogerlo:

-¿Si, diga?

-¡Hola!-respondió una voz cortada.

Era una voz algo ronca, como si estuviera afónica, pero no lo estaba. Sabía diferenciar estas voces.

Jade tiene amigas así, así que le pasé el teléfono.

-Es para ti.

Cogió el teléfono:

-Jade al teléfono.-respondió desganada.

-¿Jade? ¡Oh! ¡Ya sé! La hermana de Amber, ¿verdad?-Oí des del otro lado del teléfono.

-Así es. Oye, ¿te conozco?

-No, supongo...-dijo la “anónima” personita.

-¿Qué es lo que quieres?

-Solo hablar con Amber... ¡Pero todavía no comprendo porqué lo hacéis todo tres veces más complicado!

Mi hermana me pasó el teléfono.

-¿Hola?-le dije extrañada.

-¿Y ahora quién narices eres?-replicó furiosa.

-A-Amber...- Tartamudeé asustada por su genio.

-¿Se puede saber porqué os vais turnando el teléfono?

No respondí a esa pregunta.

-Es igual... Mi nombre es Kelly, Kelly Brook.

-Hola Kelly Brook, yo soy A...

-Amber Jhonson, lo sé.-me interrumpió.

Otro silencio.

-¿Qué es lo que quieres Kelly?-le pregunté asustada.

-Un periquito, pero ese no es el caso.

No esperaba esa respuesta, la verdad.

-Oye, sé que no me conoces, pero he de hablar contigo...-Me dijo.

Ella también parecía algo asustada, pero sabía de lo que hablaba.

-Está bien.-le dije, aunque muy insegura.

-Mañana a las diez en punto, en la cafetería. La de enfrente de la tienda de animales. ¿Sabes cual es?-Me dijo ella.

-Claro. “Chocolat de la Normandie”.

Era la cafetería en la que siempre nos veíamos Lucie y yo.

-¡Esa misma!-me dijo alegre.

-Bueno Kelly, te veo mañana.-le dije yo.

-Adiós Amber.

Colgué el teléfono. Kelly parecía ser buena persona, me caía bien. Pero eso no me quitaba el miedo.

Antes de nada, fui a activar el despertador. Uno no se puede fiar del cansancio.

Tenía miedo, pero más aún curiosidad. A pesar de su voz ronca, ella era muy “happy”.

El despertador no cumplió su función, pero era tanta el ansia que tenía, que a las siete de la mañana ya estaba en pié.

Me hice un moño en el pelo, como los de ballet, pero sin los pelos tan estirados que parece que te estén torturando... El mío era más bien algo desordenado. Me gusta como queda. Me puse mi perfume de flores de azahar.

Llegué a la cafetería a las nueve y cincuenta y seis.

-¡Amber!-era la voz del teléfono.

Miré hacia la calle de en frente, de donde provenía la voz.

-¡Amber! ¡Aquí!-siguió.

Entonces vi una niña que gritaba mi nombre, y saludaba con la mano en alto.

No me la imaginaba así. Era algo más alta que yo; pelirroja, llevaba dos trenzas; con la cara llena de pecas, en la nariz y debajo de los ojos; vestía con medias de color, y un vestido de estilo vintage.

Se acercó a mí.

-¿Eres Kelly?-le pregunte mirándola curiosa.

-Sí. ¡Entremos! Me muero de hambre...-me dijo con mucha confianza.

Entramos, y nos sentamos.

-¿Cómo supiste quién era?-le pregunté.

No respondió.

-Amber, voy a ir al grano. Sé que soñaste con una mujer. Y que luego la viste, y... que ella también sabía tu nombre.

Me quedé de piedra, peor: de hielo; y ahora me estaba derritiendo.

-No eres la única.

-¿No soy la única qué? Además, eso solo fue una casualidad Kelly...-le dije furiosa. Hacía tiempo que no hablaba de eso.-¡Además! ¿Tú cómo lo sabes?

-Tienes un don, puedes llamarlo así.-siguió ella.

-¿Un don?-me empecé a agobiar.

-Yo también lo tengo, y muchísima más gente que conocerás.

No entendía lo que me decía, estaba confusa.

-Amber, sueñas con personas que necesitan tu ayuda.

-¿Hablas de la bibliotecaria?

-Ella ha sido tu primera persona.-me explicaba.

-¿Me estás diciendo que soy un recurso?

-No...-contestó riendo.

-Sueñas con personas, que necesitan tu ayuda, yo con gente que necesita la mía, y así succesivamente... -siguió.

Empecé a creerla, en realidad era emocionante, pero el miedo lo ocultaba...

-Y tu... ¿Cómo conoces a todas estas personas que me dices?

-Estoy en una escuela, todos lo estamos.-me informó.

-Todos los que tenemos este “don”, vamos allí, y vivimos allí, tanto adultos, como niños. Y cuando aprendemos a dominarlo marchamos.

-¿Y no ves a tu familia?-le pregunté.

-No.

Sabía que me estaba diciendo con indirectas que yo también iría a esa escuela. También sabía que Kelly no adivinó que yo tenia ese "poder"...

-Tú no has venido aquí para decirme solo eso ¿verdad?

Un momento de silencio, pero respondió a continuación:

-Me envía la S.R...

-¿La qué?-le pregunté muy extrañada.

- Sueños hechos Realidad, ¿irónico verdad?-.Es la escuela de la que te hablo. Nos tienen a todos controlados, bien, no nos espían, pero saben cuantos sueños de los que te digo hemos tenido, y a qué fecha y hora los hemos tenido.

-Por lo tanto...-dije yo, empezando a comprender mi realidad- También saben a cuantas personas hemos ayudado.

-Exacto.

-Entonces... Me estas diciendo que... Iré a esa escuela, ¿verdad?

-Creo que ya sabes la respuesta...

CASUALIDADES, capítulo I

Era un sueño muy estraño el que tenía. La biblotecaria de ojos

celeste, me perseguía a todas partes con la mirada. Pero lo más curioso fue, que no era la primera vez que su mirada protagonizaba mis siestas...

 

Los ladridos del perro del señor Dewitt me obligaron a despertar.

-¡Pero si son las once menos cuarto!-exclamé mentalmente.

Olvidaba que había quedado con Lucie a las once en punto.

Saqué la ropa a toda prisa, y aún más deprisa me la puse.

 Puedo decir que me peiné, pero estaria mintiendo; más bién: domé mis salvajes rizos castaños.

Bajé las escaleras de dos en dos. En el comedor estaban todos: mamá, papá, Jade; mi hermana mayor y Wendy; la pequeña.

-¡Buenos días!-les dije andando hacia la puerta.

-Hay madalenas de tia Izzie en la encimera.-dijo mi madre mordiendo una de sus irresistibles tortitas.

-¡Oh! Perfecto, gracias.

Cogí una magdalena de xocolate, y por fin, salí por la puerta.

Once y dos: llegué a la cafetería donde había quedado con Lucie. Ella ya estaba dentro, en una mesa junto a la ventana. Entré. Su boca llena de xocolate me sonrió, y acto seguido me saludo con la mano.

-Después de esto podríamos ir a la biblioteca, hace tiempo que no leo, y querría mirar algún libro.-le propuse.

-Vale. Y de paso devuelvo el libro que me saqué el mes pasado.

-¿El mes pasado, Lucie?-le dije, aunque no muy sorprendida.-Almenos te lo habrás leído...

-Más quisieras tu-me dijo riendo.

Una camarera muy seria, se dirigía hacia la mesa en la que estábamos:

-¿Les pongo algo señoritas?

Quince años y ya me hablan de usted...

-Un té verde por favor.

-Y otro chocolate para mí.-Esa era Lucie.

-Pequeño, ¿Verdad?-Le preguntó la estrecha camarera mientras apuntaba en su minúscula libreta.

-El más grande que tenga porfa.

La camarera apartó la mirada de su cuaderno y se quedó mirando a Lucie.

-Muy bien... Enseguida.

-Lucie, ¿Cuántas llevas?-le pregunté algo extrañada.

-¿El qué? ¿Tazas de chocolate? Tres.-Me respondió.

-De verdad no sé como puedes estar tan delgada...

-Aquí tienen señoritas.-Me interrumpió la camarera sirviendonos las tazas.

-Gracias.-le dije.

-A tí.-respondió esta vez algo sonriente.

Después de estar hablando un rato con Lucie, nos dirigimos a la bibliotca.

Al entrar sonó la campanita de la puerta. Dejé de notar el olor de humo de coche y pude dejar paso al olor que desprenden las páginas de cada uno de los libros que descansaban en las estanterías.

-¡Oh, mira!-Me dijo Lucie.

-¡Es mi prima Álex!-me dijo acercándose a ella.

Yo seguí buscando la estantería con el cartel de: "15 a 17"; o como la llama Wendy: "La estantería de los libros gordos". La encontré por fin, estaba junto a la esquina.

El primer libro que me llamó la atención fue uno que parecía tener muchos años de antigüedad. Lo cogí, y lo ojeé. Tenía buena pinta, aunque letra pequeña, y al cerrarlo... A partir de 17 años”.

Fuí a consultarle a la encargada:

-Disculpe, ¿me puede ayudar con este libro?-le dije sin levantar la mirada de este.

-Claro, Amber. Dime.

Me quedé algo paralizada.

-¿Cómo sabe usted mi nombre?

Y... al mirarla, le ví el pelo: oscuro, la piel: clara, y lo que me dejó de pierda; los ojos: azul celeste.

Ella se sorprendió con la pregunta, y se puso tensa, muy tensa.

-Lo siento, te he confundido con otra persona.-Me dijo tartamudeando.

Corrí hacia Lucie, la cogí del brazo y salí a toda prisa de la biblioteca. Se lo expliqué todo.

-Vaya casualidad, ¿verdad?

-Las casualidades no existen.